domingo, 10 de junio de 2007

La leyenda de Paul Reader Mixway

Viernes 5 de noviembre de 2004
(Por la noche)

Una vez escuché cierta anécdota un poco fantasiosa. La anécdota decía que Somerset Maugham, el escritor y novelista inglés, se encontraba en un cuarto de una estación de trenes de un pueblo. Podemos pensar que era de noche, que había veladores en pequeñas mesas de madera fina de los bosques de Escocia. Podemos suponer que Maugham se pidió una copa de whisky con hielo. El ambiente olía a tabaco, a tabaco irlandés –si es que había tabaco en Irlanda—. Somerset vestía traje, un traje gris con líneas negras verticales. Usaba sombrero. Fumaba cigarrillos Camel importados de Estados Unidos. Era todo un lujo, pensaba él, fumar esos exquisitos cigarrillos, pero exquisitos no era la palabra adecuada, era muy general. Era un humo seco y contundente, casi herbal. Una hierba amarronada y seca. El tabaco y el whisky eran una delicia. La cuestión es que Somerset no llevaba nada excepto su billetera de cuero marrón importado de Australia. Quería leer, anhelaba profunda e inconscientemente leer algo, por Dios, leer tan sólo dos páginas memorables. No había libros en la Estación de Trenes de Bookstown. Era todo una paradoja, pensó, que él estuviera en el Pueblo de los Libros y no hubiera libros. Ni siquiera un ejemplar del insigne escritor y poeta rupestre; el legendario Paul Reader Mixway. Había escrito un opúsculo memorable, un libro de poemas selectos que él mismo vendió de pueblo en pueblo mientras duró su existencia. Era un legendario cowboy estadounidense. Las personas del pueblo conocían muy bien algunos de aquellos poemas de Mixway. Por ejemplo, había uno titulado Fertilidad brotará de este tierra, donde decía: Brotará como húmedo musgo / fértil, fresco y verdoso / brotarán alientos combativos / locuras inimaginables ocurrirán en las tierras del oeste / las tabernas se inundarán de whisky escocés / y tabaco estadounidense se fumará por doquier / a los tiros entablaremos la justicia / y el alcalde corrupto muerto caerá…
Mixway había muerto asesinado por un comando clandestino de hombres a caballo con rifles, cuchillos y revólveres, pero antes de su muerte logró matar a tres de los principales caudillos políticos y corruptos de su pueblo. La mafia del lugar buscó la venganza y lo asesinaron de un tiro cobarde por la espalda. De todos modos, la historia continuó, porque doce jóvenes simpatizantes del accionar político de Mixway y de su obra poética cobraron con sangre la muerte del poeta. Subieron a sus caballos en un atardecer colorado y sangriento. Cargaron sus rifles y emprendieron el viaje. Hallaron prontamente a los cinco hombres que habían asesinado cobardemente a Mixway y se armó el feroz tiroteo. Sólo dos hombres murieron del grupo defensor de Mixway, y los enemigos cayeron secamente muertos en las tierras áridas de aquel pueblo. John Taylor y Charles Thompson fueron los caídos del bando vengador.
Maugham, sentado en el cuarto de la estación recordaba toda esta heroica y apasionante historia. Fumó una pitada profunda de su Camel, tomó borrachamente un sorbo tibio de whisky igualmente tibio, ya que los hielos ya se habían derretido hace rato. Y Maugham no tenía nada para leer. Ni revistas ni periódicos extranjeros. Ni libros ni folletines ni panfletos; sólo había en el lugar una Guía telefónica de Bookstown. Maugham, ya borracho después del quinto whisky en copa y después de haberse fumado seis cigarrillos, comenzó a leer la guía telefónica, y dice la anécdota, mundialmente conocida, que Somerset leyó completamente aquella guía cuatro o cinco veces mientras esperaba el tren de la mañana siguiente. Maugham y Mixway compartían una misma pasión; los libros.

(Más tarde)

En otro pueblo cercano, The Blues Town, personas varias y diversas frecuentaban una taberna nocturna. Un músico joven siempre estaba tocando la guitarra; una guitarra criolla, por cierto, importada desde la Argentina lejana en tiempos de amistades Anglo-Argentinas. Tocaba blues o un rock and roll suave, armónico en su lentitud. Todos bebían ricos vinos tintos, también importados de las provincias argentinas de San Juan, La Rioja, Salta y Mendoza.
La taberna, llamada Rock and Blues Tavern, ubicada sobre la Lincoln Street y Nueva Inglaterra, se prestaba para toda clase de situaciones, sucesos y fenómenos sociales. Era sabido que los sociólogos –y hasta los antropólogos— se entretenían estudiando la Historia de The Blues Town. Allí había crónica e inventario detallado de todas aquellas locas peripecias y travesías. Historias de amores; todo flotaba en el ambiente musical de la ebria taberna. Esa noche, un extranjero, un bárbaro de los pueblos del oeste estadounidense traía consigo un ejemplar de Selected Poems by Paul Reader Mixway. Abrió en la página veinticuatro del extraño ejemplar rústico y leyó: Arena he removido con el andar de mi caballo / bares revoltosos he frecuentado / riñas por causas diversas he combatido / pero a los descendientes de los linajes bárbaros de nuestros pueblos yo digo: vivan, vivan con valentía y coraje estos tiempos de miradas, aventuras, paisaje y sol / acaricien los brillos tenues de las sombras de la luna / entiendan el mensaje cifrado entre las ramas de los esqueléticos y fantasmagóricos árboles desplumados y raquíticos / ¡trepen, trepen a los árboles y miren ampliamente desde las alturas! / Contemplad todo, debéis hacerlo si deseáis comprender la rapidez y la fugacidad de todo lo existente / Venid a esta taberna, oíd los cánticos primitivos de sabiduría de pueblo, de este pueblo de bárbaros sensitivos y de salvajes justicieros… El bárbaro, bebiendo vino y con gestos de sabia resignación, cerró el ejemplar rústico del libro, lo colocó con destreza en su bolsillo de cuero del lado derecho y se marchó de la taberna. El relinchar de los caballos dejó atónitos a todos los huéspedes de la taberna.

Sábado 6 de noviembre

Todo comenzó con una nota extraña en la parte superior de la hoja de un periódico. Decía así el fortuito hallazgo: Gregory Arlington (1888 - 1970) Historiador autodidacta e investigador solitario. Uno de los mayores conocedores de la obra de Paul Reader Mixway. Que él supiera, nadie podía conocer la obra de Paul Reader Mixway. Sólo había noticias de aquel opúsculo; Selected Poems, pero ni siquiera se sabía a qué libros pertenecían aquellos poemas de índole profética. Todo era un misterio demasiado lejano como para intentar asirlo. El siglo XXI era distinto, pensó él. Parece ser que Arlington vivió mucho. Ochenta y dos largos años. Podría ser inglés o estadounidense, pero él pensaba que la segunda opción era la acertada. ¿Qué clase de loco podía dedicarse a estudiar la obra de Mixway? Sólo existía el mito y la leyenda. Tabaco, sombreros de ala ancha, disparos, whisky y poemas. Nadie le prestaba atención al aspecto político de la leyenda, pero a él sí le llamaba poderosamente la atención el aspecto revolucionario y justiciero de Mixway. Después de todo, había asesinado a tres hombres. Pensó el joven que Mixway debería ser uno de los pocos casos de la historia en que un asesino es tan querido y tan amado. Y también estaba el dato curioso de esos dos pobres jóvenes que murieron cuando fueron a vengar la muerte del poeta político. Arlington tiene que haber estudiado todo esto, todo, absolutamente todo; pero ¿dónde conseguiría él los libros de Arlington si es que el investigador había dejado alguno? Como siempre, el joven descuidaba su vida y se metía en esos embrollos históricos que no le aseguraban nunca esclarecer el caso, es más, casi siempre todo se oscurecía más y más a medida que iba recabando más información al respecto. Arlington debería ser pobre, pero muy inteligente y sagaz. Decidió avanzar. Mixway vivió su vida en pleno siglo XIX, y sabemos que transcurrió en algún pueblo del oeste o del medio oeste norteamericano. Estableceremos fechas para dejar, de una vez por todas, cerrada esta historia. Seguramente vayamos encontrando poemas, frases y ensayos del propio Mixway. Hubo un bibliófilo amigo mío que más tarde me proporcionó lo que consideré una joya reluciente y valiosa. Así se titula mi joya: Misterio, pasión, política y literatura en la vida de P. R. Mixway. La academia fue, es y será enemiga de esta versión única de Gregory Arlington. Juan Carlos Grossman, el bibliófilo y librero anticuario, no me proporcionó más datos que el ejemplar, pero sí me advirtió que Arlington puede ser también alguna invención de algún descarado aburrido… De todos modos, lo que nos interesa, es saber más acerca de Mixway. Arlington dice que Mixway fue asesinado a los treinta y cuatro años de edad, que su historia no fue tan popular como la de Billy The Kid o la de Jesse James. Gregory nos advierte que nos estamos enfrentando a otra clase de historia. Mixway no sólo era un cowboy o un bandolero del oeste; primero, y antes que todo lo demás, era un pensador refinado y un poeta místico religioso. Tendríamos que remitirnos a su obra. Arlington dice que Mixway escribió diez libros que organizó en tres trilogías y una obra suelta. Podemos suponer que el plan literario del poeta era más vasto y más complejo, y que la obra suelta probablemente sería la primera de una cuarta trilogía que el asesinato frustró. El primer libro lo escribió a los veinte años, y se llamó Cabalgando llanuras; el segundo lo escribió a los veintiún años y se llamó Uniendo pueblos, y el tercero lo escribió a los veintidós años y se llamó Jessica. Este último libro narra una historia de amor con una joven de dieciocho años, y en ese libro Mixway utilizó el seudónimo de Mark Dickinson. Jessica se llamó Jessica en la realidad. La unión de los tres libros en una trilogía es lógica y hasta ingenua si entendemos adecuadamente el proceso de escritura y las peripecias y aventuras del joven Mixway. La trilogía se tituló Salvaje rebeldía en el árido oeste. Sabemos que Mixway sólo conoció a su padre, Robert William Mixway, durante los cuatro primeros años de su infancia y que luego su padre se marchó para nunca más volver. Su madre, Erika Henzell, vivió más que su propio hijo, pero el joven Mixway partió muy pronto en busca de su destino… Justamente allí comienza su aventura, relatada básicamente a través de los poemas en prosa de Cabalgando llanuras. En su segundo libro, Uniendo pueblos, ya comienza a escribir en prosa, pero todavía no se utiliza a sí mismo como protagonista de sus libros. Es en el tercero, Jessica, donde inventa su propio seudónimo y se decide a contar la historia de amor y sexo con esa hermosa joven de aquel pueblo donde finalmente se demoró y se quedó seis meses, justamente el lapso intenso que duró su amorío. Siendo él un aventurero no podía quedarse tan pronto a vivir fijamente en un pueblo; quería conocer el mundo, habitarlo, recorrerlo, experimentar cambios y transformaciones y continuar andando. A los veintitrés años escribe un largo ensayo sobre asuntos literarios; Por una voz propia, donde exige insolentemente una voz propia para las incipientes letras estadounidenses. Se perfila el intelectual polémico, prepotente, no siempre bien informado, pero valiente por su desfachatez. Muy pocos le prestan atención. Para todos era simplemente uno más de todos aquellos vagabundos aventureros que proliferaban en aquel entonces en aquellas tierras. Sí lo consideraban talentoso y creativo, pero todo dentro de la imagen global que era la de un joven viril e inquieto con ansias de ser escritor. Se emborrachaba a menudo, y muy rara vez hablaba de su familia. Poseía una extraña belleza, y a pesar de tener varias secretas admiradoras, rara vez entablaba relación seria con alguna mujer. Sí tenía sexo con prostitutas en los burdeles de los diferentes pueblos. A los veinticuatro años escribió, quizá, su obra más memorable; Cuatro jinetes en el ocaso. Mixway tenía fieles compañeros de aventura, y ya eran temerarios. Thomas Henderson, Walter Adams, Scott Browning y Henry Lidcliffe eran sus novelescos nombres. Mixway es el quinto jinete, pero el libro es un canto a sus fieles amigos. Interminables cabalgatas sobre montañas, campamentos precarios en las orillas de algún caudaloso río. Después de haber andado y haber recaudado una suma de dinero considerable, los cuatro jinetes y Mixway fundan y abren al público la Horses & Whisky Tavern, un tugurio pequeño en un pueblo igualmente pequeño. El nombre del bar va a ser el nombre del sexto libro de Mixway, escrito a sus veinticinco años de edad. A esta segunda trilogía Mixway la llamó, sencillamente, Recrudeciendo. El joven se curtía, se ensuciaba, se hacía hombre y adulto, pero cuanto más él pudiera retrasar este proceso, mejor. Arlington es mucho más extenso que yo al narrar todo este largo período, pero tendríamos que remontarnos a algunas palabras del propio Mixway, a un poema titulado Cielo celeste, río azul, de su primer libro Cabalgando llanuras. Dice así: De inteligencia me han dotado / mi feo y sucio padre ha partido / mi bella madre llora su llanto de tristeza veraniega / yo parto a caballo / amigos encontraré entre los valles, y quizás alguna mujer / mi instinto literario yo solo lo he hallado / y escribiré esta historia que nadie puede contar / para la posteridad dejaré mi sangre / aliada será la naturaleza / emprenderé revueltas para divertirme / tengo noticias de excelentes literatos del otro lado del Atlántico / pero sólo yo puedo describir este paraje / es posible que nadie lea lo que yo escribo / me creen tonto o idiota o loco / pero yo sé que como celeste es el cielo y azul el río, mi tinta es auténtica tinta. En el largo ensayo titulado Por una voz propia agrega: Debemos hacer honor a estas tierras. ¡Jóvenes poetas bandoleros! ¡Ayudadme a derribar barriles! De este continente nuevo, fresco, vital y vivo debe surgir el matiz del que carece la vieja Europa. Enseñémosle cómo se ve el suelo cuando anda veloz el caballo, enseñémosle cómo cruje la seca madera con los grandes clavos metálicos. Enseñémosle nuestras bellas ninfas de los orgiásticos festines de los burdeles. Enseñémosle nuestra espiritualidad primitiva echa de fidelidad y mutuo acuerdo.
A los veintiséis años escribió Corrupta anarquía, una denuncia de la corrupción en el pueblo en donde habían instalado su bar; a los veintisiete años escribió Insólitas agrupaciones, una crónica bastante detallada de cómo él y su grupo buscan secretamente alianzas políticas e ideológicas para derribar a aquellos hombres que entorpecían su libre accionar. Entre los veintiocho y los treinta años se inició en el cuento y en el relato breve. De esa vocación espontánea surge Furias contemporáneas y otros cuentos. La vida de Mixway no era nada grandilocuente ni sobrenatural. Era una vida igual de normal que la de sus cuatro fieles amigos que hasta ese entonces se mantenían bastante unidos a pesar de que cada uno tenía su propio ritmo de vida y sus propias historias. La única diferencia era la pasión que Mixway tenía por la literatura y su capacidad innata para elaborarla prolíficamente. Certeros disparos para cerrar un pacto es su última obra. La terminó, por suerte, antes de ser asesinado. Hay que tener en cuenta un dato básico y predominante en toda la historia de Mixway. Él sabe lo que va a hacer, pero nunca es del todo explícito en la exposición de sus secretos planes. Sabe que en algún momento va a asesinar a esos tres caudillos odiados por él desde que trabajó en la taberna. Hasta ese entonces nunca había asesinado a nadie, solía herir a sus oponentes en las piernas o en los brazos, pero los dejaba con vida. En cambio los otros, Henderson, Adams, Browning y Lidcliffe eran asesinos consumados. La última trilogía de Mixway se llamó Crónica desesperada de un futuro desenlace. Gregory Arlington resume: Mixway asesinó y fue asesinado. Escribió y no fue leído. Nació para cerrar un pacto. Fue un niño dolido que partió de viaje y no encontró el amor, salvo el romance con Jessica. Su madre sufrió siempre por su rebelde e inquieto hijo. Sus amigos envejecieron leyéndolo y descubriéndolo, y a través de su prosa, descubriéndose a sí mismos también. Fue un justiciero anónimo. Hizo temblar a los mafiosos, pues dejó en herencia violentos y activos simpatizantes. Un cowboy enloquecido por el sol en los atardeceres. Un muchacho lúcido limpiándose la cara en un río fresco, haciendo el amor sin amor con prostitutas, fumando tabaco, bebiendo whisky y escribiendo eternos y memorables poemas.

Domingo 7 de noviembre

No querrá Gregory Arlington terminar aquí toda esta cuestión… Así, sin más, como si sólo se tratara de algo insignificante. Ahora mi curiosidad es excesiva y no quiero volver al siglo XXI, sino que me quiero quedar allí con todos ellos –me refiero a los extraños personajes que fui y que fuimos conociendo a través de la investigación—. He hallado un dato preciso; Mixway nació el 28 de marzo de 1814 y fue asesinado el 24 de octubre de 1848. He hallado también un viejo y gran mapa de los Estados Unidos. Contiene además testimonios de exploradores y aventureros de aquella época. Hay de antes del nacimiento de Mixway y de después de su muerte, pero lo importante es que hay muchas frases de contemporáneos de Mixway. Aquí hay un pasaje que dice: En ese entonces, él –John Jacob Astor— quería que yo lo ayudara a contratar hombres para su expedición a las montañas Rocallosas, cosa que hice después de recibir instrucciones acerca de los lugares en los que era más probable encontrar hombres (…), cantinas y otros antros de vicio. Este pasaje pertenece a Jedediah Smith, que recuerda así el año 1822. Otro testimonio, esta vez de John Bidwell y recordando su viaje de 1841, dice así: Nuestra ignorancia con respecto a la ruta era total. Sabíamos que California quedaba al oeste, y hasta allí alcanzaba nuestro conocimiento. Me he enterado, en el curso de mis recientes investigaciones, que hubo un historiador llamado Merrill J. Mattes, eminente historiador del río Platte. Paul Reader Mixway nació en Denver, en las orillas del río Platte del Sur. Mattes menciona la existencia de un joven bandolero que escribe poemas. Es probable que Mixway, cuando partió de su casa materna, haya ido hacia el norte para luego tomar la ruta a California, hacia el oeste. Eso tiene que haber ocurrido en 1834 aproximadamente, ya que Cabalgando llanuras, escrito a sus veinte años, corresponde a su partida y sus primeras aventuras. Sin embargo, la Gran Migración todavía no se había producido, por lo que podríamos decir que, en cierto sentido, Mixway fue un pionero. Es lamentable que no contemos con todos los documentos necesarios para entender mejor el contexto político y social de aquella época, pero Mixway da indicios de su ruta y su camino en los poemas, donde suele nombrar el Río Sweetwater, la Roca Independence –donde es probable que haya dejado grabado su nombre—, El Gran Lago Salado, el Desierto del Gran Lago Salado, el río Humboldt, el Lago Tahoe y los pueblos de Sacramento y San Francisco, donde finalmente fue asesinado en 1848, cuando ya eran muchos los migrantes que iban llegando. Podemos suponer que Mixway y los jóvenes amigos suyos simplemente vagabundeaban y cometían algún asalto a viajeros despistados y desprovistos de armas de fuego o con armas pero sin preparación en la técnica del tiro y el disparo. Parece ser que evitaban conscientemente algún posible encuentro con los indios. No hay rastros de eso. A Mixway los indios ni le importaban ni le molestaban. Él estaba en otra cosa. Merrill J. Mattes, refiriéndose a los indios dice: Los indios aún no comprendían que la migración era el preludio de su caída. También habría que destacar que muchos de los viajeros que migraban hacia el oeste, hacia California, solían escribir los diarios de sus travesías, convirtiéndose en escritores de ocasión movidos por tan desmesurada aventura. En ese contexto, no llama la atención que Mixway escribiera libros autobiográficos semejantes a los diarios de viaje de los migrantes. Un historiador contemporáneo alude a las inscripciones dejadas por los migrantes en la Roca Independence –Wyoming—: Ya solo al pie de la roca, traté de imaginar esos tiempos de carromatos antes de los tractocamiones de cinco ejes y de los estacionamientos pavimentados; traté de imaginar a Thomas Fitzpatrick, Mano Rota, escondiendo sus pieles aquí el 4 de julio de 1824 y tal vez haciendo la primera inscripción del monolito; luego a Bidwell, llegando en 1841 con sólo un día de retraso para celebrar el aniversario de la independencia; y finalmente a Lansford Hastings, un año más tarde, deteniéndose para grabar su nombre en la roca mientras sus compañeros de viaje seguían adelante. Es muy probable, entonces, que el joven Mixway haya leído la inscripción de Fitzpatrick en la Roca Independence y que Bidwell haya leído la de Mixway, y que Lansford Hastings haya leído la de los tres hombres legendarios. Es probable que todos ellos hayan bebido agua o hayan lavado sus ropas en el Río Sweetwater. Isaac J. Wistar escribe en 1849: Nuestro viaje llegó a su fin y apenas si sabemos qué hacer con nosotros mismos (…) No más alarmas por indios, no más estampidas, no más tirar, cargar y arrastrar los carromatos (…), el oro está aquí como nos lo aseguraron, pues lo hemos visto.
[Este texto pertenece a la quinta parte de mi noveno libro titulado Juventud 2004. Diario de batalla y revelaciones. 2004 - 2005]

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